TERAPIAS PSICOLÓGICAS

Apoyo Psicológico Tercera Edad

Apoyo Psicológico Tercera Edad

Los Adultos Mayores, al igual que los niños, adolescentes y adultos, presentan características propias de su ciclo de vida. Comprender su funcionamiento y sus cambios cognitivos y comportamentales, es la base para poder apoyarlos y tener una vida armónica junto a ellos.

Diferenciar si los cambios de carácter y de conductas en el Adulto Mayor, responden a una evolución propia de la edad, o bien a un trastorno cognitivo incipiente (Alzheimer u otras Demencias) también permitirá tomar medidas de manera temprana, y preparar a la familiar para darles el apoyo oportuno. Saber cómo organizarse para entregarles lo necesario en caso de padecer alguno de estos trastornos, permite dar tranquilidad al Adulto Mayor y también a su familia.

A pesar de que la vejez tiene elementos positivos y de que se puede vivir de forma satisfactoria, es una edad de pérdida, fundamentalmente de relaciones afectivas significativas, como la pareja, o una cierta limitación de la capacidad autónoma. La manera de adaptarse a esta etapa del desarrollo, es teniendo en cuenta que una de las primeras y básicas necesidades de todo ser humano es la de sentirse importante, perteneciente a algo y a alguien, querido, aceptado, acogido, útil, capaz, reconocido, digno, todos sentimientos íntimamente ligados a la Autoestima y por lo tanto, si una persona percibiera que los demás prescinden de él, evidentemente vería su autoestima seriamente deteriorada.

Una autoestima alta positiva, podría garantizarnos que la persona, producto de su actitud, estaría en condiciones de pararse frente a importantes contrariedades de la vida y su ánimo no decaerá fácilmente. Sin embargo, los parámetros y valores culturales actuales favorecen poco la autoestima del Adulto Mayor. La ideología físicobiologista siempre imagina la vida en términos de comienzo, plenitud y decadencia, no tomando en cuenta que las células más especializadas del cuerpo humano, las neuronas, envejecen más lentamente que las otras del organismo si se les mantiene activas y que la afectividad y la razón no decaen al ritmo de la decadencia biológica sino que crecen y se fortalecen en al adulto mayor saludable hasta el último día de su vida.

“He puesto en práctica nuevas formas de ser yo mismo. Aprender de la experiencia ha sido el elemento principal que ha hecho que mi vida valga la pena. Aprender de ese modo me ayuda a desarrollarme......... he aprendido a pedir ayuda, a respetar necesidades psicológicas, a auto—cuidarme, a tener relaciones internas con las personas, a ser consciente de mis sentimientos y sensaciones”. Rogers (1989). La vejez no es una etapa terminal de la vida donde no ocurre nada nuevo, es más bien una etapa de madurez y crecimiento espiritual e interior.