TERAPIAS PSICOLÓGICAS

Violencia en la pareja

Violencia en la Pareja

El sentimiento amoroso, la dependencia emocional o económica, el miedo a perder al otro, o a no contar con su sustento, son los motivos más frecuentes que se ven en la consulta psicológica, como argumento para aceptar las agresiones de la pareja.

La mujer que sufre violencia muchas veces no puede reconocerla debido a que la minimiza o normaliza, le cuesta o no puede darse cuenta de su incomodidad y sufrimiento generando una especie de "anestesia emocional" por el daño recibido, lo que le permite su adaptación al maltrato. Le cuesta ver el peligro al que está expuesta, ni su propia capacidad para salir de la violencia.

Las mujeres que mantienen vínculos tóxicos y violentos con parejas, ex parejas y familiares, lo cual las condena a una vida de infelicidad, angustia y maltrato, tanto para sí mismas como para los demás (en caso de haber hijos de por medio, los efectos inmediatos son

Celos y control excesivo. Un vínculo violento suele comenzar por aquellas actitudes enmascaradas como amorosas y atentas, pero que contienen celos y control excesivo. La inseguridad la creencia que será engañado y abandonado hace que emerja el control. Esto se manifiesta a través demandas para controlar la vida real y las redes sociales.

Descalificaciones: los malos tratos, humillaciones, burlas y descalificaciones son parte de la violencia psicológica que afecta el ánimo y deteriora el autoestima. Si nos dicen eres tonta, no sirves para nada, estas loca, es una evidencia de este maltrato.

Manipulación y presión a través de diversos medios emocionales, y económicos: La manipulación con los hijos, con los errores cometidos, la indiferencia y la presión con el dinero son formas de violencia psicológica y la sensación de culpa creer que se merece la forma que la tratan es uno de las características de los agresores.

Violencia Física: El descontrol de impulsos hace la violencia más evidente, desde amenazas gritos a empujones, golpes y romper y quebrar cosas.

Generalmente la violencia suele comenzar en forma solapada primero con violencia psicológica, la cual es la más frecuente y la menos denunciada, comienza con bromas pesadas, sobrenombres, criticas a la vestimenta ironías, burlas, descalificaciones, insultos, amenazas, registro de cartera de teléfono y manipulaciones y va en aumento hasta llegar a la violencia física leve hasta grave.

Las personas sometidas a violencia, presentan baja autoestima, falta de modelos apropiado, personalidad dependiente, y falta de autonomía, en cambio el agresor tiene una inadecuada formación generalmente machista y dominante, baja autoestima, inseguridad y muchas veces tiene problemas de alcohol u otras drogas.

Las mujeres que sufren violencia están atrapadas en un circulo vicioso donde creen que su pareja cambiara, se sienten culpables y responsables del maltrato, creen que se merecen estar viviendo esta relación ya que ellas provocaron ciertas circunstancias, evidenciándose la baja autoestima que las caracteriza. Si se cursa los síntomas antes mencionados o se aprecia en las hijas o amigas se sugiere motivar a buscar ayuda psicológica.

En los últimos años se han incrementado las consultas por violencia en la pareja y se registra un aumento significativo de violencia en el pololeo.

Es necesario detener este flagelo que deja huellas físicas, sociales, económicas y psicológicas que son las más perdurables y las que se traspasan de generación en generación.

Según un estudio en la universidad de Harvard el 70% de jóvenes encuestado dijo nunca haber tenido una conversación con sus padres sobre como evitar tener conductas de acoso hacia otras personas, el mismo porcentaje indico que le gustaría haber recibido información de sus padres sobre temas emocionales. Si queremos aportar a la disminución de las tasas de violencia y el abuso hasta la violación deberíamos como sociedad preparar a los jóvenes a las nuevas generaciones a amar partiendo por amarse a uno mismo, a valorarse y a respetarse, a no validar conductas culturalmente machistas, a elegir y a detectar con quién desarrollar relaciones afectivas sanas y potenciadoras informando y psico educando sobre la violencia y el acoso y el abuso sexual, no dejando solo el “no violar” como la única conducta reprochable en un hombre, previniendo con esto la violencia y el abuso. La violencia no es una condición ni una enfermedad es un aprendizaje cultural.